19 septiembre, 2012

Rendición


Te he pensado esta noche, y el recuerdo de aquellos días llenó de lágrimas mis ojos.

Oh, señora mía ¿Cómo ha podido todo cambiar entre nosotros?

A menudo me pregunto si tu pensarás en esas noches, esas tantas noches donde nos amábamos, penetrándonos el alma en cada beso el uno al otro.

Aún puedo sentir mis dedos recorriendo tu piel hasta meterse en el vaivén del sexo.

Pero todo ahora parece tan incierto, despertar de aquél sueño me hizo llorar. No pude soportar la pena de no volverte a ver y por eso hoy te he venido a matar, a matarme, a matarnos.

No llore señora mía, que sus lágrimas son puñales enterrándose en mi corazón. 

Déjeme evitarle dolor, deje clavar mi daga en su pecho, despídame con un beso y después…adiós.


No hay comentarios:

Publicar un comentario